Eduardo López Díaz nació en el año 66 del siglo pasado.
Del avatar que supone deambular por el mundo de un trabajo a otro, haciendo méritos en unos y reconociendo haber tenido que salir por la puerta de atrás con lo puesto en otros, ha intentado doctorarse en la carrera más difícil y con más materias implícitas de las que pueda haber en ninguna universidad, la vida, el mundo. A sabiendas de que para la obtención de ese título, hay muchísimos postulantes.
El segundo hijo de seis hermanos, nada más, y nacido en el seno de una familia que aun hoy sigue siendo humilde, ha arrastrando el mote por el que aquellos hermanos que siguen en este mundo le titularan a temprana edad, “ el ente” que no se sabe si de ser o de sabelotodo. Tampoco quiere saberlo.
Con la literatura escrita pretende conseguir la utopía que suena en el río que aguas lleva, de que se ha vivido plenamente cuando se ha tenido un hijo, plantado un árbol, y escrito un libro. Y con la publicación de éste, ya solo le queda cumplir con una, ¿Cuál de ellas será?…
