Las leyes de Aldaz

El autor del libro es un curioso patológico. Como no entiende nada de nada y, desde luego, no es él único, siempre se ha sentido intrigado por múltiples asuntos que ha tratado de resolver sin conseguirlo. Aplicado a este libro, ha intentado investigar dos cosas: la primera cómo es posible que a personas que jamás se ponen de acuerdo, como somos los españoles, hayan conseguido que lo estemos en una sola cosa en que son un unos auténticos desastres. La segunda, que es el meollo de la trama, es conseguir comprender qué es el mal y de dónde procede. Si procede de Dios, lleno de amor, justo y benévolo, la verdad el que su justicia nos condene a padecer terribles tormentos por toda la eternidad, más que justicia, le parece una auténtica faena. Más bien parece que no necesitamos ayuda alguna para hacer el mal y que lo fabricamos nosotros solitos e, incluso, que el Maligno, comparado con nosotros, puede ser una buena persona. Ése es el argumento de este libro y, el autor sinceramente cree que, visto lo que se ve, no es exageración alguna.