José Antonio Delgado Morillas aprendió a leer casi antes de andar y descubrió el embrujo de las letras muy pronto. Su primer escrito fue una oda a la naranja cuando tenía seis años. Desde esa oda escribió muchas otras hasta que se le acabaron las frutas, así que tuvo que leer mucho más para darse cuenta de que, siendo la agricultura y los frutales un filón para escribir, el mundo literario era inmensa-mente más amplio.
Fueron sus padres quienes le entrenaron en el placer de la lectura, los que acudieron en su auxilio y le presentaron a Verne, a Salgari, a Defoe, a Swift y a tantos otros. Los libros de todos esos autores habitaron su infancia y pusieron la semilla de lo que después fueron poemas, relatos cortos, blog, cola-boraciones en webs y libros.
Seguramente el hecho de ser médico, una ciencia diseñada para intentar hacer feliz a la gente, hizo el resto y fue así cómo se compuso definitiva-mente el escritor que, desde niño, quiso ser.
